¿Profesión, Vocación o Servicio?

Por: Raúl Jimz*


 Se dice mucho de la música en la iglesia católica y su función litúrgica. La comprensión de esta se encuentra inmersa en la práctica de la fe católica.  

En el catecismo de la iglesia aparece definida como una herramienta de cohesión, es decir, que une al clero con la feligresía a una sola voz en alabanza al Señor. Hasta este punto, la música no difiere del músico pues, se sobreentiende que el ejecutante de la música es un sacerdote o laico comprometido que guía, o dirige, el canto en la liturgia.

 A  partir del Concilio Vaticano II, con la venia para dar misa en lengua vernácula,  la música en la iglesia Católica viene a tomar un nuevo sendero, haciendo de nuestra eucaristía un rito más cercano a través de la música que viene a ser dada o ejecutada, según la práctica popular de la localidad. Como consecuencia de esta, encontramos un amplio repertorio de música sacra en nuestro país (Venezuela), entre los que destacan: “La Misa Criolla”, “La Misa Afro venezolana”, o “Misa Negra”,  entre otros.  Tambores y maracas ahora son parte de la instrumentación de la misma, dándole características propias de nuestra cultura e idiosincrasia a la música litúrgica en nuestra iglesia.

No podemos  olvidar la Guitarra que, hoy por hoy, ocupa un lugar fundamental en la animación de la eucaristía popular latinoamericana.

Predominio de la música popular sobre la música tradicional católica.

Habíamos mencionado que a partir del Concilio Vaticano II, se le dio apertura a la música popular, y nuestras capillas se verán ahora enriquecidas por la forma musical que ofrece el mundo secular. 

Este fenómeno, en cierto modo, no es nuevo, ya la historia universal de la música muestra cómo ha existido a través de los tiempos una retroalimentación entre el mundo secular (antes música pagana) y el mundo religioso (antes música sacra). Sin embargo, desde el periodo barroco, la iglesia ve con celo, la formación del músico (o maestro de capilla) en la liturgia musical de la iglesia. 

Es de saber que, aun en Europa y algunas zonas del continente americano, se conserva la capilla musical, o escuela de formación para la música litúrgica, activa en la actualidad a través de la federación internacional de Pueri Cantore, cuya labor es la de conservar la tradición de la música católica en nuestra ceremonia.

Tampoco es nueva la inquietud, por parte de los músicos, de querer hacer música más elaborada para nuestra iglesia, ya en el barroco y el renacimiento nos encontramos con la música polifónica y más tarde con el oratorio. Esto deja entrever la intención del músico por manejar el sonido artístico más allá de las normas expuestas por la iglesia para la música litúrgica. 

Entendamos que la música litúrgica se remite al canto eucarístico, dejando el oratorio para conciertos católicos con fines de alabar al Señor con las artes musicales. En la actualidad, un fenómeno similar está en boga, y nos topamos con un repertorio muy lejano al que se propone en el Catecismo de la Iglesia Católica, cuando habla sobre la música litúrgica o eucaristía. Ya el instrumento principal no será el Organum (en castellano,órgano), y en su lugar encontraremos la guitarra como instrumento principal, y el cantor es suplido por un cantante o solista cuya labor, en la mayoría de los casos, es la de amenizar, no guiar, al feligrés que asiste a la misa.

 Entonces, la pregunta de todo músico o amante del manejo del sonido será ¿hago música para Dios o para reconocimiento propio?

Continúa en la próxima publicación…